La gran aventura de Porky
Había una vez, en una granja a las afueras de la ciudad de Georgetown, junto a una familia de puerquitos vivía el pequeño Porky, el más pequeño de sus 5 hermanos, a sus hermanos les gustaba pasar todo el día jugando en el lodo aunque a su mamá siempre le molestaba que se la pasaran solamente dando vueltas en el lodo.
-¡Niños, jueguen a otra cosa, no se la pasarán todo el
día haciendo solo eso!- la señora Linda les gritaba desde su pequeña casa.
Los dueños de la granja querían mucho a Porky, ya que
era el único puerquito que hacía otras cosas a parte de estar todo el tiempo en
el lodo, salía a explorar la granja junto a sus amigos, Pepe el Pato y Gina la
Gallina. Todos los días salían a explorar nuevos rincones de la granja.
Un día salieron Porky, Pepe y Gina a explorar la
granja como lo hacían todos los días, pasaron por donde vivía Gina, en el
gallinero, pasaron por donde vivía Pepe, en el estanque, todos esos lugares ya
los habían revisado y se habían metido hasta en los lugares que nadie conocía.
De pronto se encontraron unos animales enormes, parecía que eran dos metros más
altos de ellos, no podían imaginar un animal de ese tamaño, para ellos era un
monstruo, caminaron sigilosamente, todos los animales de ese tamaño estaban
reunidos, parecía que tramaban un plan malvado.
-Creo que traman atacar al estanque- dijo Pepe
asustado, sus amigos lo voltearon a ver muy asustados.
-Tal ves planean atacar al gallinero- dijo Gina aún
más asustada.
-Tenemos que ver que traman estos monstruos- dijo
Porky, siendo un poco valiente, aunque le temblaban las patitas.
Se acercaron un poco más y aunque el día era soleado
sentían un frío inmenso, se refugiaron detrás de un árbol y observaron a estos
monstruos, cuando decidieron ir de vuelta a sus casas, después de haber
observado y escuchado, uno de los monstruos se paró justo detrás de ellos,
parecía enojado. Los tres amigos comenzaron a gritar lo más fuerte que
pudieron, quisieron correr pero el monstruo no los dejó, Pepe y Gina se pegaron
al árbol, casi abrazándolo, pero Porky se quedó en donde estaba, miraba a su
enemigo a los ojos, después miró unas manchas negras a lo largo del cuerpo del
monstruo, unas orejas igualmente negras y una cola larga, tenía curiosidad por
saber el nombre del monstruo, así que reunió valor y por fin lo hizo.
-¿Cómo te llamas?- le preguntó al monstruo, Pepe y
Gina sorprendidos intentaron jalar a Porky, pero se mantuvo en su lugar.
-Mi nombre es Vicky la Vaca- dijo, en ese momento
Porky se dio cuenta que no era un monstruo, sino otro animal de la granja, un
poco extraño y más grande que ellos, pero era otro vecino de su casa.
-¿Y por qué eres tan grande?- le preguntó curioso, el
la miraba como si miraba al cielo.
-Porque así somos todas las vacas, en realidad nuestros
hijos son casi igual de grandes, para ustedes podemos vernos como monstruos,
pero en realidad somos muy amables, nuestros esposos se van a explorar y
después nos hablan para ir y buscar comida- dijo Vicky muy amable.
Los tres amigos se sintieron un poco mejor al saber
que Vicky no era un monstruo, sino solo una vaca amistosa. Porky había hecho
una nueva amiga, la hija de Vicky. Al regresar a la granja le contó a sus cinco
hermanos lo que había sucedido y sus hermanos atentos escucharon la historia
completa, ellos también se sorprendieron al creer que era un monstruo, pero
cuando les dijo que solo era una vaca todos comenzaron a reírse, así Porky,
Pepe y Gina aprendieron que no debían juzgar a un animal solo por ser más
grande que ellos.
Paola Alejandra Trujillo Hernández
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